Los seres humanos siempre queremos cambiar aquellas cosas que nos enamoraron del otro: la actitud seductora (que en un principio nos atrapa pero después nos parece peligrosa), la rebeldía (que luego pretendemos que se convierta en burguesía), la sobre protección afectiva (que al principio nos hace sentir queridos y luego de un tiempo nos ahoga), y muchas otras conductas que vemos como virtudes durante el enamoramiento y como defectos cuando se va el efecto “anestésico” del romance